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Relato Travesti Ivete Montello en Barcelona. Ivete ¡Cómo follas, niña!... Impresionante!!!


RELATO TRAVESTI: Ivete Montello en Barcelona. Ivete ¡Cómo follas, niña!... Impresionante!!!
Autor: badmotor2008

I. Antecedentes:
Deseaba conocerla hacía años. En el foro Taiaka Shemales me conquistó nada más lo descubrí. Me gustaban sus inteligentes intervenciones. Además, muchas cosas y muy buenas se dicen de ella. Aquí y en otras páginas. Pasaba el tiempo y ese día parecía no llegar nunca. Ivete viaja poco, sobre todo últimamente. Además, Mallorca no estaba entre sus planes. Había que moverse. “Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña”.

Hace dos veranos pasé fugazmente por Barcelona. Contacté con Ivete unos días antes. No pudimos vernos porque ese fin de semana no trabajó. A principios de este verano volví a pasar por Barcelona. Otra vez en fin de semana. Volví a contactar con antelación. Ivete, muy amable, me dijo que no sabía si podría recibirme, pero que la llamase igualmente. Lo hice y tampoco pudo ser. Como no hay dos sin tres, a finales de julio regresé a Barcelona. Esta vez, escapada de varios días. Obviamente, me aseguré de coincidir con Ivete esos días.


II. Relato:
Cuarto viernes de julio. Llamo a mitad de tarde y tanteo su agenda. Lo tiene bien. Detecto buen rollo desde el primer momento. Ivete es encantadora al teléfono. Bromea y se ríe mientras hablamos. Fijamos la cita unas horas más tarde. Me da la dirección de su piso. Aunque se trata de una calle poco conocida, la conozco. Ivete se sorprende al saberlo. Casualmente, viví en esa calle hace unos años.

Estoy nervioso. Una vez duchado y aseado, salgo hacia su zona. Plaza España. Me pilla una tormenta veraniega justo cuando estoy llegando. A la hora de la cita, estoy en su portal. Marco su número de teléfono y me abre. Aumenta mi estado de nervios. Y también mi excitación. Subo por las escaleras. Al llegar al rellano, se abre una de las puertas. Y hacia ella voy. Ivete se esconde tras la puerta. Entro en su piso y nos miramos. Por lo mucho que la he leído en el foro, tengo la extraña sensación de conocerla. Eso hace que le de un pico nada más verla. Y justo después, un abrazo. Me sale de dentro. No hago estas cosas cuando quedo con chicas de compañía. Sobre todo, la primera vez. Ivete responde a mis gestos con una sonrisa espectacular. Se muestra cercana en las distancias cortas. Mucho. Debo confesar que me sorprende. Me ofrece bebida. Dudo unos instantes y escojo agua. Mientras se dirige a la cocina y abre la nevera, le digo que está guapísima. En realidad, es guapísima.

Me recibe con un elegante vestido negro ajustado. Zapatos de plataforma, también negros. Su característico pelo liso negro. Lo lleva suelto, perfecto. Rostro de facciones suaves, piel tostada, mirada profunda de ojos negros, boca grande y labios carnosos. Me fijo en el piercing que adorna su respingada nariz. Le da un toque sexy. Las uñas en rojo oscuro. Impecables también. La encuentro preciosa. No hay un adjetivo que defina mejor a Ivete. Y eso no es todo. Hay que escuchar su seductora voz. Con ella te desarma.

Volviendo a la cita, en ningún momento hemos hablado de lo que espero del encuentro. Suelo hacerlo, pero con Ivete me apetece que las cosas sucedan de manera libre. No quiero condicionar el desarrollo de la cita hablando demasiado. Sé de sus capacidades y confío plenamente en ella. Estoy tranquilo en ese sentido.

Amablemente, me pide que deje mis zapatos junto a la entrada. El piso está amueblado con gusto. Se nota con un golpe de vista. Cruzamos el salón y entramos en su cuarto. La iluminación es tenue pero suficiente. El ambiente es acogedor y agradable. Ventilador encendido. Cama grande en esquina. Nos sentamos en ella y nos aproximamos. Su manera de hablar es pausada. Transmite buen rollo. Abro la botella de agua y bebo. Sigo nervioso al tenerla tan cerca. Ivete coge mis manos y sonríe. Acerca sus labios y me besa. Lo hace suavemente. “Quítate la ropa”... escucho. Me levanto y me quito todo, a excepción del bóxer. Me pide el dinero y se lo doy. Sale un momento del cuarto.

A su regreso, pincha música. Lo hace bien. Tiene criterio y buen gusto. El ambiente se vuelve más cálido. Poco a poco, me voy tranquilizando. Se pone a mi lado. Juntamos nuestros labios y volvemos a besarnos. No busco los besos en mis citas de pago. Me gustan, pero considero que deben darse solo si ambas personas quieren. Con Ivete ocurre así y me encanta. Sus labios son deliciosos. Besa con pasión. De manera intensa. Es como si se enrollara contigo. Mis nervios se esfuman. Beso su cuello. Su piel morena es suave. Exquisitamente suave. Se lo digo. Ivete coge mi mano y la pone en su entrepierna. Quiere caricias. Se las doy. Su respiración se vuelve profunda. Se está excitando. Acaricia mi pecho. Pellizca mis pezones. Lo hace sutilmente. Empieza a meterme mano. Roza mi paquete con la palma de su mano. Busca mi culo con sus dedos. Aún llevo mi ropa interior. Nuestros besos son morreos. Miro hacia abajo y veo su polla asomando por un lado del tanga. Palpo con mi mano. Está dura. Larga, gruesa y curvada hacia arriba. Aunque la conocía por fotos, en vivo impresiona. Sujetándola entre mis manos, tomo consciencia de su verdadera dimensión. “Sí que estás contenta”... le digo. Ella sonríe. Masturbo y seguimos besándonos.

Ivete es pura seducción. Sigo pensando que me enrollo con una chica con la que acabo de ligar. Sensación que rara vez experimento en el sexo de pago. A medida que nos calentamos, ella va perdiendo ropa. Sus juegos suben de tono. Mordisquea por encima de mi bóxer. Busca mi polla con sus manos, comprobando el efecto de sus juegos. Abandona el vestido y el tanga. Su cuerpo desnudo es una maravilla. Proporcionado y con un culito perfecto. Yo también quedo desnudo. Nos tocamos. Frotamos nuestros cuerpos. Manoseo sus tetas. Muy bonitas, de aspecto y tacto natural. Pezones pequeños muy marcados. Areolas oscuras. Me fijo en la frase tatuada bajo su seno derecho. No aguanto más. Necesito probar su pollón. Agacho mi cabeza y abro la boca. Pese al tamaño, desaparece por completo en mi boca. Sentirla en mi garganta es una gozada. Al comprobar mi habilidad tragona, Ivete se emociona. Sujeta mi cabeza con sus manos y bombea. Me encanta. La saca. Me mira fijamente con su polla entre sus manos. Golpea mi lengua con ella. La dureza es tremenda. Vuelve a follarme la boca. Ivete tiene el mando. Ya no es tan sutil. Se ha calentado y sus movimientos son más bruscos.

Sin decir nada, busca mi espalda. Me tumba de lado y coge unos condones. Abre el envoltorio empleando sus dientes. No aparta su mirada de la mía. Encapucha y lubrica mi culo con sus dedos. “Ya verás que rico te voy a follar”... susurra en mi oído. Sus palabras me ponen más cachondo aún. Me pajeo sabiendo que voy a “recibir” a Ivete. Decide asaltar mi culo así, de lado. Tantea la zona y penetra. Lo hace con cuidado. Sabe que su polla es gruesa desde la misma cabeza. Suavemente, me la clava hasta el fondo. Su técnica es excelente. Tras unos instantes quieta, empieza a follarme. Junta su cuerpo al mío y siento el roce de sus tetas en mi espalda. Embiste mientras besa mis labios. Su follada es potente y, al mismo tiempo, dulce. Jadeo al ritmo de su bombeo. Introduce sus dedos en mi boca. Los chupo y ella sigue dándome. Sujeta mis manos a mi espalda inmovilizándome parcialmente. Sube el ritmo provocando mis primeros chillidos.

Sin sacarla de mi culo, gira mi cuerpo y me deja tumbado boca abajo. Siento su peso sobre mí. En esta postura, noto su pollón aún más. Muerdo almohada y relajo esfínter. Ivete considera que mi culo está listo y bombea sin piedad. Sus cambios de ritmo son constantes. Alterna sacudidas secas y movimientos suaves. Es decir, potencia y pasión. Besa mi espalda mientras susurra en mis oídos. Sigue taladrándome. Vuelve a ponerme de lado, como al principio. Le gusta esta postura. A mí también. Me folla y me besa al mismo tiempo.

Sale y hace una pausa mínima. Me tumba boca arriba. Empuja mis muslos contra mi pecho y me la clava. Ahora me folla de frente, mirándome a los ojos. Sujeta mis brazos por mis muñecas, volviendo a inmovilizarme. Mi culo es suyo. Nuevos cambios de ritmo. Por momentos parece que va a salir, pero no. Vuelve a entrar, clavándomela del todo. Sus pelotas golpean mi culo una y otra vez. Su mano en mi polla, pajeando mientras bombea. “¿Te gusta como follo?”... pregunta Ivete. “Dímelo”... me pide. Se lo digo. Ella se muerde los labios. Acerca su rostro y me besa. Así es Ivete. Embiste con potencia y morrea con pasión. Escupe en su mano y agita mi polla. Disfruto con la lluvia de estímulos. Su polla en mi culo. Su mano en mi polla. Y su cuerpo moreno en movimiento continuo ante mí.

Cambio de postura. Quiere hacerlo sin salir de mí. Rodea mi cintura con sus brazos y se deja caer hacia atrás. Lo hace con cuidado. Lentamente. Conforme se va inclinando, la fuerza de su polla levanta mi cuerpo. En segundos, su espalda está en el colchón y yo estoy sentado en sus caderas. Empalado. Me encanta sentir la dureza de su misil en mi interior. En esa postura, soy yo quien se mueve, deslizándome arriba y abajo. Por la razón que sea, siento más placer que antes. Ivete escupe en sus manos y me pajea. La expresión de su cara se vuelve perversa. Muerde sus labios y emite gemidos. Verla así, me pone muy cachondo. “Como sigas así, me corro”... le digo. Al escuchar mis palabras, empieza a follarme a lo bestia. Está tumbada pero no importa. Sus pollazos me hacen rebotar. Empiezo a gemir con sus manos agitando mi polla. Autopista al orgasmo. Lo alcanzo en dos fases. Llegan los espasmos y sigo cabalgando sobre Ivete. Un poco más tarde, llega mi corrida. Descargando en su piel morena mientras ella sacude mi polla. La hace chocar con su cuerpo. Cuando dejo de escupir leche, desliza sus dedos hacia arriba y extrae mis últimas gotas. Me mira fijamente al hacerlo. Tras el orgasmo, largo e intenso, quedo exhausto. De repente, nos reímos los dos. Así te dejan los buenos polvos. “¡Cómo follas, niña!”... le digo.

Me recupero y veo que la he dejado perdida. Hay leche mía esparcida por su vientre. Y también en sus tetas. Ivete coge papel y se limpia. Aún sigo dentro de ella. Elevo mi culo y salgo. Nos tumbamos en la cama y charlamos. Conversar con Ivete es un lujo. Es culta e inteligente. “¿Quieres que te haga un masaje?”... me dice. “Así te irás relajado del todo”... añade. Obviamente, respondo que sí. Cualquier cosa que haga esta chica debe ser buena, pienso para mí. Me tumbo boca abajo y disfruto el masaje. Lo hace sin prisas, empleando aceites. Espalda, brazos, culo, piernas y pies. En efecto, Ivete lo hace todo bien.

Me visto. Pasaría horas con ella pero debo irme. Me acompaña al vestíbulo. Atenta como es, me acerca una una silla para que me ponga los zapatos. Un detalle más. Nos despedimos con un pico. Abandono el piso con su sonrisa grabada en mi cabeza. En la calle hay truenos y relámpagos. Parece que la tormenta ha ido a más. Llegaré al metro mojado, pero me da igual. Estoy feliz.


III. Conclusiones:
Ivete me ha conquistado. A la primera, además. Y eso que mis expectativas eran altas. Me ha encantado conocerla. A la persona y a la profesional. Es una tía guay. No sé si será así con todo el mundo o es que le caí bien. De verdad, no esperaba un trato así de cercano y sentirme tan bien a su lado. En cuanto al sexo, su control del tempo es absoluto. Es intensa y profunda. Impresionante.

Este relato quedó medio esbozado. Hasta hoy no he podido rematarlo. Han pasado varios meses desde aquel día y hay una sensación que perdura. Ivete hizo el amor conmigo.


Added on February 08, 2017 at 12:00 am

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